(Pre)posiciones
La preposición (en) no es irrelevante. ‘En’ circunscribe el fenómeno violento a un lugar, a una situación -el encuentro deportivo- o a un fenómeno -“el mundo del fútbol” como movilizador de masas- (por cierto, no sé si se ha percatado de que todo son ‘mundos’ –el deporte, el espectáculo, la política, las drogas- o ‘culturas’ –del deporte, de la vida… incluso de la violencia). En cualquiera de los casos, plantear lo ocurrido como ‘la violencia en el fútbol’ condiciona y prejuzga. Da por sentada una relación de aparente causalidad aún sabiendo que el fenómeno es demasiado complejo. Confirmar la connivencia de las directivas de determinados clubes con grupos de violentos perfectamente organizados resulta fundamental para concluir si un encuentro deportivo es una causa o una excusa.
La preposición (de) no es inocente. Parece haber calado la idea en la sociedad de que está más que probada una corrupción ‘del’ sistema. Lo cierto es que lo único que se ha probado –aunque eso suponga destrozar parte de alguna estrategia política- es que existe una corrupción ‘en’ el sistema. Es una de las diferencias que hay entre España y, por ejemplo, México (como su propio presidente reconoció en mayor o en menor medida la semana pasada).